11/27/2006

¿COMO ERA TROYA?

Schliemann desenterró no una Troya ¡ Sino ocho Troyas distintas! construidas unas sobre otras. La Troya que destruyeron los griegos micénicos ¿es la troya VI o la VII? Los historiadores no nos ponemos de acuerdo. Yo creo que todas las evidencias apuntan a que fue Troya VII la ciudad destruida por los griegos.

Troya VI era una ciudad rica y poderosa, con edificios sólidos y espaciosa. Parece que fue destruida por un terremoto.

Troya VII fue construida sobre los restos de la anterior. Era más pobre y estaba superpoblada, con pequeñas casas pegadas a las murallas y llenas de grandes tinajas enterradas donde se almacenaban alimentos (lo que parece indicar un largo asedio, con la ciudad llena de refugiados del campo). Los edificios de esta ciudad eran pobres, pero sus murallas eran más poderosos que los de troya VI y habían sido reforzadas. Además, esta ciudad fue destruida por un incendio, lo que concuerda con el relato de Homero.

La ciudad de Troya era una auténtica ciudad en el sentido clásico del término. Las ciudades de la Grecia Micécina eran en realidad ciudadelas, palacios fortificados con sus templos, tumbas, jardines, edificios burocráticos, etc. Mientras que Troya sí había sido concebida para ser una ciudad habitable. En ese sentido y en muchos otros, era una ciudad más moderna que las micénicas que no eran verdaderas ciudades, sino palacios fortificados. La ciudad de Troya era el centro de una vasta zona de influencia. En la imagen de abajo se ve Troya vista desde el sur. Al fondo la costa donde probablemente acamparon los griegos para el asalto final y más atrás aún se vislumbran las oscuras tierras de la parte europea del estrecho de los Dardanelos. Como puede verse, la posición estratégica de Troya era inmejorable para controlar la entrada al estrecho.
Troya se alzaba sobre el extremo oeste del Espolón Hisálico, tal y como se aprecia en la imagen de abajo vista desde el este. A la derecha corría el rio Simois, visible en parte y a la izquierda el Escamandro.
Los muros de Troya no eran tan imponentes como los de Micenas o Tirinto, con sus murallas ciclópeas que aún hoy asombran a los visitantes por su colosal estructura, pero eran más modernas y adecuadas, ya que Troya se benefició de la enorme experiencias hitita en ingeniería. Los glacis, o parte inferior de la muralla inclinada que podemos ver en las ilustraciones de abajo y que protegían el lienzo de la muralla del ataque de los arietes, eran típicamente hititas. En esta magnífica ilustración del maestro Connolly podemos ver la reconstrucción de la torre sur y puerta de Troya VI, la famosa puerta Escea, y la torre que la protegía. A la izquierda vemos un modelo de torre hitita conservado en el Museo de Estambul. Como es evidente, la influencia hitita en las fortificaciones de Troya fue enorme. Las murallas de Troya medían de 7 a 8 m. de altura y tenían un espesor de 4,5 m. Las almenas que coronaban muros y torres eran de ladrillo cubiertos de yeso.En esta ilustración podemos ver las modificaciones que se hicieron sobre las murallas de Troya VI tras el terremoto. Abajo vemos los cimientos de la gran torre de la muralla oriental (en la imagen cortada para poder ver el interior de la ciudad) La puerta del fondo fue reforzada con dos torres y se añadió un muro que obligara a los atacantes a acercarse bajo la línea de tiro de los defensoresEste acceso era una auténtica ratonera para los que intentaran acercarse con malas intenciones.Hoy tan sólo una parte de Troya está desenterrada, ya que se espera, como en el caso de Pompeya o Cartago que la técnica avance suficiente para poder realizar una excavación sin dañar los restos y aprovechando todo el material arqueológico.

LO QUE CUENTA PLATÓN DEL MITO DE LA CAVERNA

Este fragmento me lo leí ayer, Cesar

Fragmento de La República.
De Platón.
Libro VII.
Y a continuación —seguí— compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas.
—Ya lo veo —dijo.
—Pues bien, contempla ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
—¡Qué extraña escena describes —dijo— y qué extraños prisioneros!
—Iguales que nosotros —dije—, porque, en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
—¿Cómo —dijo—, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
—¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
—¿Qué otra cosa van a ver?
—Y, si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
—Forzosamente.
—¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que velan pasar?
—No, ¡por Zeus! —dijo.
—Entonces no hay duda —dije yo— de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
—Es enteramente forzoso —dijo.
—Examina, pues —dije—, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
—Mucho más —dijo.
—Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los que le muestran?
—Así es —dijo.
—Y, si se lo llevaran de allí a la fuerza —dije—, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
—No, no sería capaz —dijo—, al menos por el momento.
—Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
—¿Cómo no?
—Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
—Necesariamente —dijo.
—Y, después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible y es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
—Es evidente —dijo— que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
—¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
—Efectivamente.
—Y, si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente «ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal» o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
—Eso es lo que creo yo —dijo—: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
—Ahora fíjate en esto —dije—: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del sol?
—Ciertamente—dijo.
—Y, si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad —y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse—, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?
—Claro que sí —dijo.
—Pues bien —dije—, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda—prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que vería quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
—También yo estoy de acuerdo —dijo—, en el grado en que puedo estarlo.
—Pues bien —dije—, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que se ha hablado.
—Es natural, desde luego —dijo.
—¿Y qué? ¿Crees —dije yo— que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?
—No es nada extraño —dijo.
—Antes bien —dije—, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos: al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz. Y, una vez haya pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por estar ofuscada, no es capaz de discernir los objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa, está cegada por falta de costumbre o si, al pasar de una mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado por el exceso de ésta; y así considerará dichosa a la primera alma, que de tal manera se conduce y vive, y compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que si se burlara del alma que desciende de la luz.
—Es muy razonable —asintió— lo que dices.

11/23/2006

EL MITO DE LA CAVERNA


Este mito lo escribió Platón que era discipulo de Socrates.El mito de la caverna era un libro de como pensaba Platon que se llegaba a la sabiduría.
ARGUMENTO:Trata de que en una caverna hay varias persona metidas encadenadas,que no conocian la superficie.Cuando el sol daba en la cueva si había un animal, una planta,una persona etc... cerca el sol reflejaba la sombra y parecian cosas.Ellos intentaba averiguar que era uno decia " es un monstruo de dos cabezas" y otro decia "no es una casa".Un día uno logró desencadenarse y le preguntó a los otro si queria que les desencadenasen, ellos dijeron que no que estaba muy agusto, entonces se fue solo a la superfiie.Una vez allí tardó un tiempo en aconstumbrase a la luz del sol, debido a que nunca había recibido tanta luz, cuando se le acostumbro la vista vio lo maravilloso que era y se dió cuenta que todas las cosas que ellos creían ver no era exactamente eso si no otras cosas mucho mas fascinantes. entonces un día decidio bajar ha decirselo asus amigos pero estos no se lo creían incluso pensaban que se había vuelto loco y decidieron echarle, pero en perjuicio de ellos se perdieron un mundo maravilloso y real.

11/20/2006

ATENEA


Diosa de la sabiduria y de la guerra.Se la representaba con un buho por la sabiduria y con casco,escudo y lanza en simbolo de la guerra.Tantos deseos tenía Zeus de tener una hija que un día consiguió que saliera de su cabeza una diosa adulta y con armadura. Esta es la razón por la que Atenea es la hija favorita de Zeus. Es la primera de las tres diosas vírgenes, protectora de la ciudad, de la vida urbana, de la agricultura y de la artesanía. Personificaba la razón y la sabiduría, siendo la inventora de la brida que otorgaba a los hombres el dominio del caballo y de la flauta que nunca utilizó porque afeaba su rostro. Su ciudad favorita era Atenas y su animal sagrado, la lechuza. En su enfrentamiento con Poseidón hizo brotar el olivo por lo que se convierte en su árbol preferido.

PUBLICADO POR NOELIA Y SHEILA DE 4ºA

LAS SIRENAS


Las Sirenas eran hijas de Calíope y del río Aqueloo, según la Mitología Griega.
Se cuenta que nacieron con la cabeza y el rostro de mujer, el cuerpo de ave, y dotadas de una maravillosa y seductora voz.Tan bellas eran, que se atrevieron a competir con las Musas, y en la pelea, éstas las derrotaron y les arrancaron las plumas. Llenas de vergüenza por la derrota, se retiraron a las costas de Sicilia, donde cambiaron sus alas inservibles por una larga cola de pez.Sus cantos ejercían una atracción tan poderosa, que los marineros dejaban de atender a sus tareas en los barcos, y éstos se estrellaban contra las rocas.Ulises quiso escuchar el maravilloso canto de las Sirenas, pero no deseaba perder a sus hombres ni su barco, así que ordenó taponar con cera los oídos de sus compañeros de viaje, y él se hizo atar al palo mayor del barco, para no saltar al agua en pos de las Sirenas.Se había predicho que las Sirenas morirían cuando un mortal pudiese resistir el embrujo de sus canciones. Según eso, habrían muerto después de que Ulises consiguiera pasar a su lado sin daño.No es cierto. Todos hemos visto Sirenas bellísimas, sentadas sobre una roca al borde del agua, peinando sus largas cabelleras, mientras entonan, con su voz maravillosa, canciones de olas y viajes.

PUBLICADO POR SHEILA Y NOELIA DE 4ºA

¡¡¡ MIRAD LO QUE HACEN OTROS CHICOS DE VUESTRA EDAD !!!

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11/08/2006

MIS ALUMNOS DE CULTURA CLÁSICA COMIENZAN UNA NUEVA EXPERIENCIA.




Esperemos que Apolo y Atenea les den la sabiduría suficiente para poder enfrentarse a este nuevo reto y Hermes les guie por el camino de la informática.
Mientras tanto les pongo unas fotos de nuestra excursión a Segóbriga en el 2004, para que se vayan animando.